MARTES, 26 DE NOV

Manu Piró, el príncipe aesthetic del pop triste: “Me gusta mostrarme como el más rosarino del mundo”

En un diálogo exclusivo con Conclusión, el músico repasó las razones que lo impulsaron a irse a vivir a Buenos Aires y adelantó qué tiene planeado para el futuro cercano.

Por Lautaro Zeballos

Hay un último tiro que lo aburre. Al menos por un rato, el teclado, el mouse y el GTA San Andreas quedarán de lado. A pocos metros, en la misma habitación, la guitarra criolla y un viejo órgano Yamaha que era de su abuela le ofrecen otro mundo abierto. Cambia de teclas, acomoda las manos y empieza a explorarlo. Tanto su padre como su madre son músicos, pero están separados y trabajan todo el día, así que tiene tiempo de jugar solo.

Estaba en 4to de la primaria. Con 10 años, iba a aprender guitarra con la profesora Denise, una señora grande a la que le decía «tía Deni». La mecánica era la siguiente: él llegaba, le decía qué canción quería saber y ella agarraba la computadora para descargarla del Emule. Ese día entró con la idea de aprender Back in black, un clásico de ACDC. El nombre del tema fonéticamente puede ser difícil de escribir para quien no esté ducho en el inglés. La «tía Deni» tipeó lo que entendió y el programa bajó lo que encontró. La descarga tardó un poco más de lo habitual. Cuando el doble click abrió el archivo, una escena porno apareció en pantalla y Denise se desesperó. En una metralleta de dedazos logró sacar la película. Primero nervios, después incomodidad, por último risas. A Manu la secuencia le pareció divertidísima. Hay pequeños momentos que ligan internamente una actividad con una manera de sentirse.

No recuerda bien quién fue el artista principal que cerró ese recital gratuito en el Monumento a la Bandera; sí que antes tocó Coki Debernardi. Cuando se entra en la adolescencia, uno puede llegar a ponerse más reacio a moverse con la familia. Aun así, esa tarde aceptó acompañar a su mamá. Mientras sonaban los acordes de La Tormenta, tomó la decisión que le faltaba: «Esto está increíble, yo quiero hacer eso».

Comenzó como sesionista y se anotó en todos los proyectos musicales que le ofrecieron la posibilidad. Tocó en grupos de cumbia; en NEXT -un conjunto tributo a INXS, una banda de los 80-; y con solistas. «A esa época de mi vida la transité en plan de aprender. Así empecé a conocer gente y a meterme en el circuito», repasa en una entrevista exclusiva con Conclusión.

Una vez viajó a tocar con Gonzalo Zabala en Concordia, Entre Ríos. A alguien le había parecido buena idea estructurar un escenario alrededor de un árbol, por lo que quedaba un agujero en el centro. En un momento del show, Mechi, una de las coristas, dio un paso en falso y cayó. Primero incertidumbre, después nervios, por último risas. La cantante salió ilesa y el espectáculo pudo seguir. Manu no sabe entonces que las caídas y las desgracias con suerte tendrán un punto de encuentro con su música.

La estatua tiene siete metros de alto y está asentada sobre un pedestal granítico, pero el adolescente la escala. Manu, con la misma edad, ve como su amigo sube y, junto al resto del grupo, intercala chistes con carcajadas. Esa manzana rosarina ubicada entre Santa Fe, Moreno, Córdoba y Dorrego los encuentra frecuentemente, aunque es la primera vez que ve a uno de ellos caer de los aires. En esos dos segundos que dura el descenso, las caras cambian por completo. Primero risas, después incomodidad, por último nervios. Al golpear contra el piso, el chico terminará ganándose con su monada un par de meses con muletas, pero le aportará a los testigos la anécdota que les faltaba para adoptar a la plaza San Martín como propia.

Manuel Reboiro nació en Rosario el 16 de octubre de 1997, aunque Manu Piró apareció bastante después. Ese nombre artístico le permitió resurgir luego del sueño frustrado de su primera banda, Lumineida, que terminó abruptamente en 2018 desarticulando el proyecto de vida que se había estructurado alrededor de ella. Como dice la letra de aquella canción de los Killer Burritos que le voló la cabeza y le hizo hacer un click cuando tenía 13 o 14 años, «hay que saber bailar, sobre los vidrios del amor, saltar».

Esa frase también podría ser la carta de presentación de la propuesta musical de Manu Piró. «Nosotros le decimos Pop triste, es como música para bailar, algo que por ahí remite a un lugar más alegre, pero con letras que son de una persona trastornada. Es una mezcla que nos divierte mucho hacer», explicó, en diálogo con este medio.

Arraigado en ese género es que sacó en 2022 Ta te ti, un tema de un minuto y 21 segundos de duración que forma parte del EP «Gente sola» y que incluso llamó la atención de Fabián Gallardo, quien grabó una versión casera del mismo y la subió a su canal de YouTube. «Quise ponerle tu nombre a la plaza San Martín», dice la canción, cuyo videoclip está grabado en ese sitio. Ese verso tal vez no existiría si no sintiese a ese lugar como propio.

«Me acuerdo de que saqué Ta te ti y me habló Fabián para decirme que le había encantado la canción. Quedé en mi casa boquiabierto. Lo invité a cantarla en vivo y hoy tenemos una relación en la que soy amigo de su hija Belén (también música) y muy amigo de Tincho (López de Vita, cantante) de Sidernova, que es su novio. Nada, es un capo total absoluto», repasó.

La Confederación

Un grupo de WhatsApp con algunos músicos de distintos puntos del país tiene una foto de Justo José de Urquiza. Empezó como un chiste y terminaron dándose cuenta de que era un concepto fuerte con el que podían trabajar juntos. Hace un tiempo que Manu vive en Buenos Aires y es uno de los miembros fundadores de lo que decidieron llamar La Confederación. Ahí están incluidos Feli Ruiz (Mendoza), Hollywood Bungalows (Jujuy); Videotape (con Julián Sappietro, de Rosario, y Pablo Rossi, de Firmat); y Santa Cruz (de provincia de Buenos Aires), aunque esperan que pronto se agrande.

«Hace unos meses hicimos el primer show de La Confederación en Casa Brava, acá en Rosario, que fue como una prueba piloto que estuvo muy zarpada. Ahora estamos craneando una especie de festival, como para también salir de gira, pero no tocando todos juntos, sino cada uno con su proyecto. Que en la grilla estén todos los integrantes», adelantó a Conclusión.

Recientemente, el rosarino compuso una serie de temas que buscan a ratificar la esencia sonora de su propuesta musical. De esa camada, ya salieron «Coca!» y «Tic Blue» (grabada junto a Hollywood Bungalows).  «No quiero spoilear mucho, pero el próximo que vamos a sacar va a ser un giro bastante fuerte respecto a lo que venimos haciendo y el tipo de canciones que vienen saliendo», anticipó.

Sus letras están llenas de referencias a la ciudad que lo vio crecer, pero eso está lejos de constituir un dique para llegar a un público más numeroso. Rosario es, al mismo tiempo, esencia y puente. «Últimamente estoy en una búsqueda asociada a lo más genuino que uno pueda hacer y lo rosarino es gran parte de mí y de casi todos los músicos que son de acá», planteó. Un simple buceo en internet permite encontrarlo haciendo versiones de temas como «El ogro y la bruja», de Rubén Goldín (junto a Mica Racciatti), o «Tres agujas», de Fito Páez (con Flor Crocci).

«Lejos de ser una contra -continuó-, creo que eso pasa a ser mi carta de presentación: ‘Soy de Rosario; tengo la camiseta puesta y vamos a mostrar esto para afuera’. Lo pienso a la inversa, me gusta mostrarme como el más rosarino del mundo».

Tal vez es el eco de la risa irreverente en la clase de la tía Deni o el rastro del deseo que le produjo el recital de Coki esa tarde en el Monumento lo que le permite mezclar en un show interpretaciones pop de canciones de Mario Luis y la Oreja de Van Gogh, con «Bancate ese defecto», de Charly Garcia. Quizás habiten en sus composiciones el cóctel de emociones que genera ver una caída. En una de esas, capaz, sólo sigue jugando.

La entrevista completa:

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