MIéRCOLES, 27 DE NOV

 “La conciencia que divide el bien del mal se ha adormecido”

Lo dijo en su mensaje de Pascuas el arzobispo de Santa Fe y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, José María Arancedo. Dijo también que "esta realidad signada por el pecado no tiene la última palabra”.

 

El arzobispo de Santa Fe y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, José María Arancedo, llamó hoy en su mensaje de Pascuas a revertir las conductas de corrupción, al tiempo que advirtió que «la conciencia como regla suprema que distingue el bien del mal se ha adormecido».

El prelado remarcó que «cuando la impunidad y la justificación ocupan el lugar del deber moral y de la ejemplaridad, el cuerpo social se debilita».

«No podemos, no debemos acostumbrarnos a vivir en un mundo sin una referencia vinculante al mundo de los valores que nos eleven como personas y comunidad», enfatizó.

Arancedo destacó que la Pascua exige no solo la celebración festiva sino además el compromiso de atender «esa otra realidad dolorosa signada por el pecado».

«Es la realidad de la pobreza, el crimen del narcotráfico, la corrupción y los enfrentamientos, que nos aíslan y dividen comprometiendo la amistad social», explicó, y acotó que «el dinero, el poder y el éxito a cualquier precio han ocupado un lugar indebido en la escala de los valores personales y sociales».

En la lista de flagelos, también anotó «el crecimiento irresponsable del juego, que se vale de las ilusiones de la gente, que debilita la cultura del trabajo y compromete el bienestar de la familia».

«Son signos de una sociedad frágil en la que las víctimas son siempre los más débiles y necesitados», apuntó y sobre la corrupción puntualizó que «se expresa en conductas que se han desvinculado de la exigencia moral de los valores».

No obstante, el prelado dio un mensaje de esperanza al resaltar que «esta realidad signada por el pecado no tiene, sin embargo, la última palabra».

«Dirijo esta palabra, con la fuerza y la esperanza de la Pascua, ante todo a la clase dirigente que tiene una mayor responsabilidad, especialmente quienes ejercen funciones en los poderes del Estado ordenados al servicio del bien común. Pero también es un llamado y un compromiso que todos debemos asumir», finalizó.

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