MIéRCOLES, 27 DE NOV

¿Qué nos pasa a los rosarinos con el máximo símbolo patrio?

A pesar de ser un feriado nacional de suma importancia, la víspera y el post festejo por el día nacional del nacimiento de la bandera argentina pasó algo desapercibido por la ciudad que la vio nacer. Un hecho que realmente preocupa.

 

Por Federico Morel

Este último 20 de junio, el Día de la Bandera parece haber sido una jornada más en la ciudad que fue escenario del nacimiento del estandarte argentino que nos representa aquí y en el mundo.

Los actos patrios protocolares fueron en tiempo y forma, pero con poca asistencia ciudadana y, lo más criticado, sin la presencia del presidente de la Nación, pero esto no es lo que preocupa realmente.

Lo más llamativo, y a diferencia de la tradición, fue que en Rosario no se vio la utilización de la bandera para adornar las calles, más allá del microcentro y en algunas esquinas neurálgicas, mucho menos en las ventanas y en los edificios.

Lamentablemente se ha ido perdiendo la esencia comunitaria de vivir en la tierra que vio nacer la bandera argentina en tiempos de próceres.

¿Por qué no hay banderas argentinas en los balcones de la ciudad?

Hace algunos años, la bandera argentina flameaba no solo en los mástiles de las escuelas, las comisarías, y los edificios públicos, sino también en las casas de las familias rosarinas, casi como una postal cotidiana cercana a las fechas patrias.

Puntualmente, en este 20 de junio pasado, se extrañó transitar por las calles de Rosario y no apreciar el celeste y blanco, en su máximo esplendor, en la ciudad.

No se habla de la bandera

Es sabido la importancia que tiene para los alumnos de la escuela primaria el mayor símbolo patrio. De hecho, los estudiantes de cuarto grado prometen a la bandera argentina su lealtad.

Pero la realidad es que, luego de esa primera instancia donde se conoce la importancia y la representatividad de este estandarte nacional, no se habla ni se menciona ni se da el lugar que la bandera debe tener por parte de quienes habitamos este maravilloso suelo.

La bandera argentina es nuestro máximo representante en el mundo. Acaso, ¿sentimos vergüenza por esos colores? ¿ya no nos identifica? ¿hemos perdido representatividad?

Son preguntas que debemos hacernos para comprender que en un mundo globalizado y enredado en las plataformas tecnológicas es muy complejo pensar en el ser nacionalista.

Pero paradójicamente, resulta que un mundial de fútbol unió a más de cinco millones de personas bajo el manto celeste y blanco.

Es sabido que la clase política argentina también tiene su responsabilidad en este aparente alejamiento de la sociedad hacia la bandera que posee «azul un ala del color del cielo, azul un ala del color del mar». Y es que muchos terminaron descreyendo en el país, debido a las malas políticas o las malas costumbres de hombres de la política.

«Del sol nacida, que me ha dado Dios»

La bandera argentina es nuestra camiseta, con esos colores que nos representan en el mundo, y que crea lazos de identidad con cada argentino de bien que hace grande el nombre de este hermoso país.

Además, el estandarte nacional posee historia, de vida y de sangre, desde su concepción hasta los días que transitamos.

Desde Rosario, por ser la cuna, y en todos los caminos del país, deberían flamear banderas con nuestros colores, para no olvidar quienes dieron la vida por ella, y por pertenecer a uno de los países más bastos y bellos del mundo.

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