Por Mario Luzuriaga. Foto: Hernán Cabrera / Enviados especiales a Mar del Plata

Durante años hubo una persona muy importante dentro del mundo del cine argentino, que se dedicó por completo al vestuario: ése es Horace Lannes. Desde pequeño, el porteño que hoy lleva 85 años se interesó por los diseños, hasta que conoció a Ernesto Arancibia y empezó a trabajar en la industria. De ahí en más, la carrera de Lannes se disparó y trabajó en una gran cantidad de películas, vistiendo a estrellas de la talla de Libertad Lamarque, Rodolfo Bebán, Nora Cárpena y al dúo cómico más importante de nuestro país que fueron Alberto Olmedo y Jorge Porcel.

Conclusión dialogó en exclusiva con el diseñador que contó sus experiencias.

—¿Cómo fue su primer encuentro con el diseño?

—Siempre me gustó, dibujo desde los cinco años. No estudié diseño, soy autodidacta, de niño había ganado un concurso de radio donde tenía que ilustrar.

—¿Por qué eligió diseñar para cine?

—El cine forma parte de mi vida porque vengo de familia que le gustaba verlo. Mamá tenía un álbum con fotos de estrellas de Hollywood y las de aquí. Muchas de ellas las terminé vistiéndolas o conociéndolas como Lillian Gish en Nueva York y Gloria Swanson, cosa que muy poca gente puede hacer.

Al cine iba todos los días que podía desde los siete años, yo vivía en Flores iba al «Fénix» y me gustaba todo ese cine de los años treinta y el vestuario. Entonces llegaba y hacía lo que había visto, los decorados y los trajes.

—¿Cuándo fue su primer contacto con el mundo del espectáculo?

—Después de recibirme en el colegio Alliance Francaise, me decidí por entrar en Filosofía y letras, para seguir la carrera diplomática por mi facilidad con el idioma. Hubiese servido para ser diplomático, pero un sacerdote jesuita me pide que lleve una folletería del año santo que fue en 1950 a la señora de Arancibia. Alexis de Arancibia fue autora de novelas policiales y de argumentos; y me atreví a preguntarle si era algo del director y escenógrafo Ernesto Arancibia y me contestó que era la mujer.

Le comenté que me gustaba mucho el cine y que hacía diseños, la señora me pidió que se los trajera, le gustaron y me pidieron que intervenga en una película dirigida por Enrique de Rosas hijo y protagonizada por Amanda Varela que vivía en Hollywood, pero volvía a hacer películas en español. Tenía 19 años en ese momento, no se pudo realizar pero si se mostró mi trabajo.

—Si bien no se filmó pero se pudo dar a conocer

— Si porque después trabaje en diarios y me dio publicidad, teniendo al diario oficial respaldándote  eso era bueno. Y en 1952 llega la actriz mexicana María Félix a filmar «La pasión desnuda». La conocí muy bien, era una diva pero conmigo siempre fue muy humilde. Luego conocí a Josephine Baker cuando vino a los teatros Opera y Maipo, también diseñé para ella, eran muy inspiradoras.

—Entonces fue a partir de estar con estas dos estrellas su llegada a diseñar para los famosos.

— La gente se preguntaba cómo llegué ahí y entonces Zully Moreno quería un diseñador joven con nuevas ideas. Me hizo hacer unos dibujos y me preguntó si había leído el libreto para empezar con el vestuario. Ahí me dí cuenta que quería que trabaje con ella, inmediatamente nos entendimos. La primera vez que fuimos a probar sombreros, vio que entendía lo que hacía. A partir de ahí hice «La mujer de las camelias».

—¿Después de ahí incursionó en el teatro?

— Zully me pidió que haga unos bocetos para la revista del teatro Maipo, pero que no era seguro si iban a quedar. Gustaron e hice la revista después del estreno de «La mujer de las camelias», con Adolfo Stray, Tato Bores, Carlos Castro «Castrito» y demás. Luego seguí en teatro de comedia, pero nunca abandoné el cine. Yo era exclusivo de Zully y le hacía los vestuarios.

— ¿A qué otra mujer importante vistió después de Zully Moreno?

— Atilio Mentasti, de Argentina Sono Film, me habla para cambiarle el «look»a Lolita Torres. Ella venía haciendo papeles muy aniñados. La película se llamó «Más pobres que una laucha», era una chica pobre que la llevan a París y le cambiamos todo, pese al papá que era bravo, pero hicimos vestidos que se le vieran los hombros o cuando la vestimos de apache que se le veía una pierna. Gustó mucho esa película.

—Usted hizo mucho vestuario en películas de Enrique Carreras.

— Hice 42 con él, las que está Palito Ortega, «Los muchachos de antes no usaban gomina» con Rodolfo Bebán, Susana Campos y Osvaldo Miranda. Miranda era un dandy, Bebán no le gustaba probarse (risas).

—Usted tiene una anécdota con Libertad Lamarque.

Después me vuelve a llamar Mentasti porque iban a filmar «La sonrisa de mamá» con Palito Ortega y Libertad Lamarque, la diva rosarina (risas). Conozco a Libertad, una gran profesional, era bajita. Y me decía «Vos vestiste a Zully Moreno, ahora te toca esta viejita, petiza y gorda» (risas). Pero se lució muy bien y conseguí dejarla impecable. Después le diseñé un poncho hermoso para la película «La mamá de la novia» donde canta en el Monumento a la bandera en Rosario.

—También ha vestido al dúo cómico más grande del cine como lo fueron Alberto Olmedo y Jorge Porcel.

— Olmedo como olvidarlo, el negro era bárbaro, todo le quedaba bien era un talle 48 perfecto. Con el gordo (Porcel) era más complicado, teníamos un especialista que estaba lejos pero le hacía los pantalones que le quedaban bien; otro para los sacos y otro más para las camisas. Cuando hicimos la saga de los colimbas, el tenía 41 de zapato, pero el Ejército nos daba los borceguíes número 44 por el tamaño de su pierna. Pero era muy exigente con el vestuario, era como Zully Moreno, quería ver las telas primero y entendía de qué género era.

— ¿En 1996 vistió a Isabel Sarli en «La dama regresa»?

—Fue la vuelta de Isabel Sarli después de quince años sin filmar, dirigida por Jorge Polaco. Un director bastante loco y había que hacer un vestuario kitch. Un poco llamativo para Isabel y nos hicimos grandes amigos. No te olvides que fue modelo antes de ser Miss Argentina.

—¿Y su último filme fue «Ay Juancito»?

— Héctor Olivera me llama y me dice si quería vestir de vuelta a Zully Moreno (risas). Le dije si hay tiempo y plata si, porque hay que estudiar mucho esos diseños y hay que encontrar a muchos artesanos de esa época para realizar un vestuario así. Fue un año y casi no se hace la película, pero con la ayuda del INCAA se pudo hacer. Fue duro pero se puedo hacer.

—¿Qué mensaje le daría a los nuevos diseñadores de vestuario?

—Ya hoy por desgracia para ellos no se hace ese tipo de cine con grandes vestuarios. Ahora se basa en lo costumbrista o lo policial, no tenemos tampoco estrellas como eran Zully Moreno o Mecha Ortíz, que con solo nombrarlas se sabía lo fuerte que eran. Hay que saber lucir los trajes. Tienen que ver mucho cine y aprender mucho y estudiar muchas cosas, pinturas, historia de los museos, aprender como se mezclan los colores. Pero no se debe copiar.